La visión
generalizada de que el problema del desarrollo en la República Dominicana es el modelo económico, el cual se caracteriza por
ser productor de materias primas con escaso valor agregado, con poca capacidad de
redistribución e incapaz de generar
empleos formales, no se corresponde con la verdad, pues el modelo económico no
es el problema, es la manifestación más elocuente de él.
El problema del
desarrollo es institucional,
se trata la existencia de un marco legal e institucional que los gobernantes y los gobernados poco respetan . Se trata de que se han elaborado
estrategias de desarrollo para romper con el llamado viejo modelo económico,
leyes de presupuesto de gasto público, programas sectoriales, así como se han establecido compromisos entre
los diferentes sectores, pero sin capacidad y voluntad institucional para que
se ejecuten, se cumplan y se evalúen.
El modelo económico que se articula con
altos costos de la producción, parches
fiscales, empleos informales, falta de seguridad social para cerca del 50% de
la población, deficiencia de los servicios de energía eléctrica, agua,
transporte, seguridad ciudadana y recogida de basura y mala calidad
de la educación, son la manifestación del déficit institucional.
Cada uno de los problemas que por décadas en
lugar de mejorar han empeorado, tienen en común el déficit institucional, el no
cumplimiento de normas establecidas y el no pago de consecuencia por la
violación al marco legal. Los gobernantes se han acostumbrado a violar sus
propias leyes, como ejemplo solo hay que citar la Ley de Presupuesto General
del Estado; el sector privado contrata especialistas en violar las leyes
impositivas o normas bancarias, a veces son funcionarios de las instituciones
que deben exigir el cumplimiento de una norma; el ciudadano viola a la vista de
las autoridades desde las leyes de
tránsitos hasta las más elementales normas urbanísticas.
Comerse una luz roja es una astucia, robarse la
energía eléctrica es habilidad digna de admiración y respeto, lanzar basura a
las calles es como ponerla en un basurero, estacionar un vehículo frente a una
marquesina o encima de la acera o frente a la vivienda de cualquier persona con
música altísima que ensordece a las personas que duermen o descansan en sus
hogares ocurre sin pena pero con la gloria de que se acepta como si esas
acciones bochornosas tuvieran amparadas en la ley. Podría citar un sin número de casos, pero
éstos son los ejemplos de inobservancia de las normas legales más comunes y que
más lesionan a la sociedad sin que merezcan sanciones algunas.
El problema no es el modelo. El problema del
desarrollo consiste en que las instituciones que están para darle cumplimiento
de las normas legales, principalmente las relacionadas con el medio ambiente,
justicia, planeamiento urbano, seguridad ciudadana y transporte carecen de capacidad y voluntad
para hacer que tanto los gobernantes como los gobernados actúen dentro del marco legal e institucional del
país y que cuando se coloquen al margen de la ley paguen la consecuencia.
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