jueves, 3 de enero de 2013

EL PROBLENA NO EL PROBLEMA




La visión generalizada de que el problema del desarrollo en la República Dominicana  es el  modelo económico, el cual se caracteriza por ser productor de materias primas con escaso valor agregado, con poca capacidad de redistribución e  incapaz de generar empleos formales, no se corresponde con la verdad, pues el modelo económico no es el problema, es la manifestación más elocuente de él.

El problema del desarrollo   es institucional, se trata la existencia de un marco legal e institucional que  los gobernantes y los gobernados poco respetan . Se trata de que se han elaborado estrategias de desarrollo para romper con el llamado viejo modelo económico, leyes de presupuesto de gasto público, programas sectoriales, así como se han establecido compromisos entre los diferentes sectores, pero sin capacidad y voluntad institucional para que se ejecuten, se cumplan y se evalúen.
 El modelo económico que se articula con altos costos de la producción,  parches fiscales, empleos informales, falta de seguridad social para cerca del 50% de la población, deficiencia de los servicios de energía eléctrica, agua, transporte, seguridad ciudadana y recogida de basura y mala calidad de la educación, son la manifestación del déficit institucional.
Cada uno de los problemas que por décadas en lugar de mejorar han empeorado, tienen en común el déficit institucional, el no cumplimiento de normas establecidas y el no pago de consecuencia por la violación al marco legal. Los gobernantes se han acostumbrado a violar sus propias leyes, como ejemplo solo hay que citar la Ley de Presupuesto General del Estado; el sector privado contrata especialistas en violar las leyes impositivas o normas bancarias, a veces son funcionarios de las instituciones que deben exigir el cumplimiento de una norma; el ciudadano viola a la vista de las autoridades  desde las leyes de tránsitos hasta las más elementales normas urbanísticas.
Comerse una luz roja es una astucia, robarse la energía eléctrica es habilidad digna de admiración y respeto, lanzar basura a las calles es como ponerla en un basurero, estacionar un vehículo frente a una marquesina o encima de la acera o frente a la vivienda de cualquier persona con música altísima que ensordece a las personas que duermen o descansan en sus hogares ocurre sin pena pero con la gloria de que se acepta como si esas acciones bochornosas tuvieran amparadas en la ley.  Podría citar un sin número de casos, pero éstos son los ejemplos de inobservancia de las normas legales más comunes y que más lesionan a la sociedad sin que merezcan sanciones algunas.
El problema no es el modelo. El problema del desarrollo consiste en que las instituciones que están para darle cumplimiento de las normas legales, principalmente las relacionadas con el medio ambiente, justicia, planeamiento urbano, seguridad ciudadana y  transporte carecen de capacidad y voluntad para hacer que tanto los gobernantes como los gobernados actúen  dentro del marco legal e institucional del país y que cuando se coloquen al margen de la ley paguen la consecuencia.

Donde se carece de capacidad y voluntad para que el ciudadano de una sociedad, desde el más encumbrado hasta el más humilde, observe un comportamiento de acuerdo a las leyes y disposiciones municipales, está muy lejos del desarrollo económico.

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